martes, 1 de julio de 2014

LUNES (||)

Tras salir de casa de Tomy, nos dirijimos a mi casa.
Vamos por una callejuela, no muy grande. En esa calle hay unas cuantas casas, un bar solitario, una frutería y el taller de bicis de Nicholas.
Al pasar por delante entramos a saludar.
Es un establecimiento pequeño, lleno de piezas de bicis de distintos colores y formas por todas partes: en la mesa en las paredes, tiradas por el suelo,...
Manchado de grasa y sudoroso está Nicholas en medio de una operación a una de sus bicis.
-¿Qué hay?, Nicholas - dice Tomy alegre de ver de nuevo a su hermano.
-¡¿Qué pasa?, hermano! - exclama abriendo los brazos.
Entonces se le puede ver bien: es un hombre alto y delgado, lleva barba de unos cuantos dias y se ha recogido las rastas en una coleta detrás de la cabeza. Lleva una camisa blanca ancha y sucia, de manga larga, de manera que no se le ven sus musculosos brazos. Pero no solo es fuerte por fuera, sino también por dentro.
Tiene un corazón muy fuerte, pero al mismo tiempo muy dolorido.
-¿Cuánto tiempo hace que no nos vemos? - me pregunta a mi.
-Pues no se... Unas semanas. ¿Tanto me has echado de menos? - le digo siguiéndole el rollo.
Entonces me hace un gesto y yo me uno al abrazo y nos echamos todos a reir.
-¿Qué tal está mamá? - le pregunta a Tomy.
Cada vez que vamos a verle nos pregunta por su madre. Es muy duro ese tema para todos, incluso para él.
-Bien... Embarazada... -Responde Tomy con tímidez y descarado al mismo tiempo.
-¿Otra vez? - se extraña Nicholas -¿Cuántos lleva ya?
-Cinco chicos y tres chicas. Bueno, cuatro. Está embarazada de una nena - digo yo, entrometiéndome en la conversación.
Nicholas lleva dos años sin hablar con su madre. A ella parece que no le importa nada, pero Nicholas... Nicholas cogió una depresión muy fuerte el año pasado. Por suerte Charlotte, su novia, lo cuidó y no se alejó de él en los peores momentos además lo estuvo llevando al psicólogo y al final salió, con dificultad, pero lo hizo. También intentó que Sarah (madre) entrara en razón y se diera cuenta de que no lo estaba haciendo bien, pero ella se mantuvo en su posición y no quiso ver lo mal que estaba su hijo y parece que tampoco le gusta como es. Nicholas se culpa de que ya no le hable.
Además vive en casa de los padres de Charlotte, que lo acogieron con cariño y cuando hay mucho trabajo duerme en una habitación de la trastienda.
- ¡Buah! Y pensar que no la voy a conocer nunca... -dice para sí y volviendo al trabajo.
De pronto se hace un silencio muy incómodo.
-Bueno... Y...¿Qué tal está Charlotte?- pregunta Tomy para romper el hielo.
-Bien, trabajando. Está estudiando para psicóloga y ahora está de prácticas en uno de por aquí cerca. Estará de camino.
-Vaya, me alegro mucho -digo yo.
-De hecho... Si no me equivoco, es esa que viene por allí - dice entrecerrando los ojos para ver mejor. Hace mucho sol.
Los tres nos asomamos y... en efecto. Es ella. A lo lejos se ve a una chica rubia, con ropa muy moderna que lleva unas bolsas de la compra en las manos.
Nos saluda con la mano y se acerca rapidamente.
Al llegar deja las bolsas en la mesa y nos saluda a Tomy y a mí. Después corre a por Nicholas y salta a sus brazos. Este la coge en el aire y la levanta rn volandas para reunirse en un fuerte abrazo. Así juntitos, siento que me derrito por dentro de las ganas que tengo de poder hacer eso alguna vez. Tras unos segundos se separan y juntan los labios a modo de saludo. Después dice:
-Bueno, ¿nos vamos?
-Claro. Recojo esto y voy.
                                                      *   *   *  
Estamos en el ascensor. Odio los ascensores. Tengo claustrofobia, pero Tomy dice que para superarla tengo que hacerlo mil veces (yo siempre subo por las escaleras, aunque viva en un sexto piso).
Llegamos y lo primero que hace Tomy es dejar la mochila en el suelo, quitarse las zapatillas y tumbarse en el sofá.
Poco después la comida tailandesa está pedida y solo nos queda esperar a que la traigan.
-Oye, ¿conoces a Lauren? - me pregunta de repente Tomy.
-¿A Lauren?
Asiente con la cabeza.
-Claro. Está sentada a mi lado en clase de dibujo. ¿Por?
-No, por nada.
-¿Por nada? - digo con una sorisa malévola.
-¡Por nada!

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