martes, 25 de febrero de 2014

MONTAÑAS EN LLAMAS (||)

Se le iluminaron los ojos. Y entonces fue cuando lloró de felicidad. Rió y lloró todo lo que pudo hasta que el dragón se agarró a la montaña verticalrmente desprendiendo algunas pequeñas rocas. Las alas  le agitaron el enmarañado cabello. Fred la empujó suavemente y ella cedió. Subió de un salto al dragón y Fred la siguió. El animal echó a volar hacia lo más alto del cielo.  Ahora se veía todo con claridad, cinco montañas ardiendo, ¡cinco!Tardó unos minutos en recuperar el aliento.
-¡Oh! Menos mal que ha venido. ¿Qué habríamos hecho si no hubiese llegado a tiempo?- dijo sin poder creérselo ni ella.
Él hizo caso omiso de ella.
Se mantuvieron volando durante largas horas. Fred disfrutaba de las vistas en el tronco del dragón, y un poco por delante las alas se agitaban arriba y abajo. Ella, en cambio, dormía tumbada boca abajo en el cuello del dragón que se agitaba a cada aleteo.
Despertó poco después, cuando el dragón aterrizó en una llanura verde. Bajaron y fueron a buscar algún lugar donde pasar la noche, ya que el dragón se negaba a volver a volar.
-Vamos a buscar algún refugio. Está a punto de anochecer.- dijo Anne firme.
Él sencillamente asintió y la siguió campo a través.
Cuando encontraron una gran cueva al pie de una montaña, hicieron una hoguera y cenaron un conejo que había cazado Fred. Doppelgänger, en cambio, apoyó so cabeza en  la cola y se tapó con las alas.
Anne lo miraba con cariño, advirtió Fred.
-¿Cómo le conociste?
-¿A quién? ¿A Doppelgänger?
Él asintió.
-Bueno esa... es una historia muy larga...

MONTAÑAS EN LLAMAS

El fuego les perseguía a gran velocidad. Estaban acorralados.
-¡Anne! ¡Tenemos que irnos!- gritó tras caer cerca de ellos un árbol envuelto en llamas. 
-¿Por dónde?- le contestó.
-¡Tu dragón!- se le acurrió.
-¡No, es demasiado peligroso!
-¿Y que prefieres? ¿Morir aquí?- se exasperó él.
Entonces sin pensarlo ni un momento, silvó de una extraña manera. Sonaba como un chillido pero muy agudo. No acurrió nada. Volvió a repetirlo. Nada.
El humo les impedia respirar, no veian nada por la arboleda y Anne se excitaba más a cada segundo que pasaba sin ver a el que podría ser su salvador.
Ya había perdido toda esperanza de que apareciese. Siguieron un sendero que les llevaría a la cima de una de las montañas ardientes. Cuando subieron arriba del todo, el humo se había aclarado y ya se podía ver mejor. Las vistas no habían mejorado mucho, una gran sierra llena de animales y seres mágicos siendo engullidos por el fuego.
Estaban sucios y las ropas las llevaban hechas jirones. Sin darse cuenta había empezado a llorar. Llorar por la desesperación de no poder hacer nada para salvar ese bosque, por no saber dónde podría estar Doppelgänger, por no poder salvar a su amigo, ni poder salvarse a sí misma. Intentó de nuevo dar con su dragón. Una, dos, tres veces.¿Dónde podía estar?
De pronto, una sombra alada entró en la poca visión que tenía. Doppelgänger. Era él. Lo supo por sus doradas alas y un chillido de felicidad, lo cual desvelaba que llevaba un rato buscándolos.

lunes, 24 de febrero de 2014

EL CALLEJÓN

Nada más levantarse puso música en toda la casa, desayunó unos cereales caducados, y se fue a la ducha. En la casa olía a humedad, las paredes eran de un color verde enmohecido y los muebles estaban desgastados. El agua siempre estaba fría pero ya se había acostumbrado y no le molestaba.
Al acabar se puso ropa interior negra y se secó y peinó el largo pelo negro. Se hizo una oscura raya por debajo y encima de los ojos y se puso rimel en las pestañas. Se vistió con un pantalón corto azul claro y una camiseta de tirantes de la bandera de Estados Unidos y debajo un top negro.
Bajó por las sucias y estrechas escaleras que daban a un gran portal. Al salir los rayos del sol iluminaron su rostro.
Eran ya casi las once y media y había quedado con su pandilla en El Callejón.
Mientras caminaba hacia allí se encontró con Pamela, una chica de su edad de color de piel como el ébano que vestía un top morado y unos vaqueros ajustados.
-Ei! ¿Qué pasa tía? ¿Vas a El Callejón? Yo también. He oído que hay reunión. Ya verás en que lío nos ha metido ese cabrón de  Samuel... -dijo Pamela mientras masticaba chicle.
-Si tía, tienes razón ese es más capullo... No se por qué lo elegimos jefe de grupo... Seguramente querrá que le limpiemos el coche o...-le dijo ella mientras asentía con la cabeza.
-O puede que vaya a pedirte que volvaís- le interrumpió.
-No- dijo poniéndose seria-. Ya se que no le sentó bien que le dejara pero no pienso volver a pasar por lo que pasé... Además... Eso ya es agua pasada.

domingo, 16 de febrero de 2014

UNA NOCHE SIN PESADILLAS

Estaba cansada. Odiaba estar cansada. Se sentía debil y pensaba que, si en ese mismo instante le atacaban por la espalda, no tendría fuerzas para defenderse. Se levantó cuidadosamente y se dirigió al lago. La luna se reflejaba en el agua y el viento agitaba la arboleda. Se sentó en el borde. El lodo estaba frio pero no le importó.
-¿Tampoco puedes dormir?- la sobresaltó Kyle apoyado en un árbol cercano de donde estaba ella.
-No- le contestó.
Tras su discusión del otro dia su relación de confianza se había helado de nuevo.
-Oye- dijo Kyle separándose del árbol y acercándose a ella-,¿ que te pasa ahora?Estas cada vez màs rara. ¿Es por mi? ¿Te he hecho algo?
-No, es que... Este sitio me trae muy malos recuerdos, y... - dijo, sintiéndose algo avergonzada por no poder contarle toda la verdad.
-No, no es eso ¿verdad? Siempre te escondes en eso. Has creado un muro que te proteje del mundo, un mundo que lo único
que trata es de ayudarte. Y no te atreves a vivir, solo te acurrucas en tus recuerdos y sufres en silencio. Y yo, yo estoy aquí. No se si te has dado cuenta, pero estoy aquí avanzando hacia ti y cada paso que avanzo tu te alejas mil. Así ¿cóma quieres que te ayude? Entiendo tu situación, entiendo que tengas miedo. Pero no se como es posible que no te des cuenta. Estoy aquí, esperándote. Y tu tienes miedo. Pero... ¿A qué estas esperándo? Vive. Yo te puedo ayudar.
-Pero... Tú no lo entiendes...
-Si, claro que te entiendo- dijo arrodillándose junto a ella- estoy aquí. Puedes confiar en mi.
Y entonces lo soltó. Soltó todo lo que tenía, sus pensamientos, sus sonrisas más sinceras y sus lágrimas. Todas y cada una de sus lágrimas que le contaban todo su pasado, su sufrimiento, sus pesadillas, sus secretos. Él la escuchaba atentamente.
- ¿Te da miedo dormir?
Ella asintió.
-¿Quieres dormir conmigo?- le preguntó ruborizándose levemente.
Ella asintió de nuevo.
Caminaron en silencio hasta llegar al campamento donde dormían el resto del equipo. Su tumbaron el uno frente al otro. El la rodeó con sus brazos y ella se dejó llevar y dejó caer la cabeza en su pecho qur subía y bajaba regularmente.
No hablaron, pero los dos disfrutaron lo que no se podía disfrutar con palabras.

sábado, 8 de febrero de 2014

LA ERA DE LOS SUEÑOS

Anne es una joven de 17 años, que vive con su madre, su padre y su hermana Elsa de 9 años en Esmeralda, no la ciudad Esmeralda donde habita el Mago de Oz, sino la ciudad que se sitúa en la frontera de Noruega.
-Vale. ¿Dónde nos quedamos?- preguntó acomodándose junto a su hermana. La cama era muy estrecha para las dos.
-Por lo de que vas por las noches a un mundo raro y no sé qué...
-¡Ah! Si, es verdad. Como ya sabes, voy cada noche a un mundo mágico llamado La era de los Sueños. Allí escalo por los árboles que hablan que me dan consejos. Y allí tengo un dragón de mascota. Se llama Doppelgänger y es enorme pero muy bueno. También estoy mucho con las sirenas y tritones, con las hadas y los duendes, con las ninfas y los gnomos, con los unicornios y los pegasos, con los minotauros y los centauros,... También subo al Olimpo de vez en cuando y saludo a Zeus, a Hera, a Hades, y a los que me encuentre por allí.
-¿ Y conoces a algún hada?-preguntó emocionada Elsa.
-Claro. Me invitan a cada fiesta que celebran, sea por lo que sea.
- Bueno pequeñas, a dormir- Les interrumpió su madre.
-¡Pero mamá!-gritó Elsa.
-Venga que ya es muy tarde.
- Buenas noches Anne- dijo la pequeña.
-Oye cariño, ¿por qué le dices todas esas cosas? Así tardará más en madurar... Y en cuanto se dé cuenta de que todo es mentira...
- Sí, vale. Buenas noches mamá.
Cerró la puerta suavemente. Abrió la ventana y se sentó en el borde dejando las piernas colgando hacia fuera. Una fuerte brisa la agitó y cayó a un tornado de aire, que arrastraba polvo y hojas de los árboles. De su espalda brotaron dos grandes alas y su pijama y sus zapatillas de ir por casa desaparecieron. Un bonito vestido azul cielo se fue cosiendo envolviendo el desnudo cuerpo de la joven. Ella se dejaba llevar sobre esa marea de viento que la arruyaba como tantas noches atrás. Tras perder el sentido en mitad del viaje, volvió en sí con un leve aleteo. Estaba tumbada sobre algo grande escamoso y que no paraba de moverse. Algo adormilada todavía, dijo en un susurro:
-Hola Doppelgänger.

Para mi hermana.

sábado, 1 de febrero de 2014

NUESTRA NOCHE

-¿Y ahora por qué la tomas conmigo?- preguntó con una mirada acuasadora.
-No la he tomado contigo, es solo que... - dijo separándose de ella.
-¿Qué que?
-Que tengo miedo.
-¿De qué?
-De mi mismo.
-¿Qué?- preguntó ella acercandóse, como queriendo protegerlo de algo invisible.
-Es que... me pasa algo muy raro... Con tigo, tu me provocas esto, esto que siento aquí- dijo señalándose el pecho.
-¿Yo?- dijo preocupada- ¿Yo te hago daño? Lo siento, no era mi intención, yo no sabía...
- No, no. No eres tú, es tu ausencia. Todo este tiempo que he estado separado de ti... No podía dormir, apenas comía, me sentía más perdido que nunca... creéme, nunca me ha pasado esto con nadie. He oído de hombres que se volvieron locos por esto, por la usencia de sus amadas. ¿Me estará pasando eso a mí?- Preguntó atropelladamente con un grito de desesperación ahogado en la garganta.
- No... No lo se... Creo que eso solo pasa con las sirenas de las leyendas, y... que yo sepa, no soy una de ellas...
-No, lo digo en serio...
- Mira- dijo poniéndose seria- no se que es lo que te pasa pero... Vamos a disfrutar del tiempo que tenemos ahora, juntos- le sonrío mientras le cogía de la mano- vamos, tengo sueño y dormir sola no es lo que más me apetece, ¿me acompañas?- dijo incorporándose y tirando de él para que se levantase con ella.
- Esta bien... - Dijo atrayéndola hacía sí para abrazarla entre sus cómodos brazos- Gracias.
-¿Por qué? Yo te debo lo mismo que me debes a mí- dijo con una mueca- Una noche entera junto a tí.
-Entonces... ¿A qué esperamos?