sábado, 31 de mayo de 2014

JACK (|)

Mi vida nunca ha sido como para ir alardeando. De hecho, no me gusta mi vida. Nunca me ha gustado:
Me llamo Jack. Nací el 18 de marzo de 2018. Mis padres nunca han sido, digamos, perfectos. Mi padre era un adicto a la bebida y mi madre nunca se ha atrevido a dejarlo o a denunciarle, ya sea por miedo, porque realmente lo quería... Nunca lo he sabido. El caso es que un dia mi padre nos abandonó a mi madre y a mí a nuestra suerte.
Dos años después de vivir en la calle, a mi madre la compró un hombre de negocios. Vivimos en su casa hasta hace tres semanas. Durante nuestra estancia allí, tenía la nariz rota, un ojo morado, heridas por todo el cuerpo, látigazos en la espalda...
Solía despertarme a media noche gritando, sudando y, temblando. No podía dormir. Soñaba con ese hombre todas las noches.
Uno de los vecinos que me veía salir corriendo por la mañanas y volver temblando lo entendió todo y lo denunció por maltrato infantil.
Ahora vivo en la residencia del hospital.
 Nada más llegar me hicieron muchas pruebas y me operaron. Al parecer, la última de sus patadas en el estómago me rompió el bazo.
El médico me dijo que ahora sería más propenso a las neumonías.
Hay una mujer que me intenta convencer de que ese horrible hombre ya está en la carcel y que no me puede encontrar, pero yo se que sí.
Me dice que puedo dormir tranquilo con la ventana abierta o sin taparme hasta el cuello con las sábanas, pero no estoy del todo seguro.
Un dia la escuché hablando con otro hombre de mí:
Decía que tenía estres postraumático y que, por eso no me gustan las puertas abiertas, los sonidos fuertes, la oscuridad,  el frío, la noche, dormir, los cuchillos y tenedores, tengo miedo a la mayoría de hombres que visten de negro, al fuego, etc. y que todos mis miedos reflejan algún dato de mi triste y horrible pasado.

jueves, 29 de mayo de 2014

SIN ADIÓS

Estaba sentada en una roca mientras comía algo de carne. Él se le acercó por detrás. Un pequeña rama crujió y ella se giró tensa y sobresaltada.
-Ah, eres tu. Me has asustado.
-Ya... Bueno... Lo siento.
-No, no pasa nada - dijo con sinceridad. Él se sintió tan mal, que tuvo ganas de vomitar.
Ella ahora confiaba en él y no le iba a gustar demasiado lo que le iba a decir.
-Bueno... ¿Te acuerdas de lo que me digiste ayer? ¿Lo de que podía volver?
Ella se puso seria de pronto y todo el color de la piel de la cara pareció huir de pronto.
-Si. Me acuerdo.
-Pues quería que supieses que ya lo he decidido.
Ella esperó un poco, pero como no prosiguió, decidió que lo haría ella.
-Bien. Pues dime, ¿qué has decidido?
-He decidido... que me voy.
Él no se había sentado en ningún momento. Ella no dijo nada. Sencillamente se limitó a mirarlo desde abajo y con la mirada  suplicarle que se quedara con ella. En cambió la cabeza le hizo decir y demostrar lo contrario. Su gesto de la cara se endureció y sus manos se apretaron en puños.
Sus ojos transmitían ese dolor y sufrimiento que estaba sintiendo y que ella misma sabía que no dejaría de sufrir nunca.
Se levantó y lo miró duramente.
-Si es esa tu decisión, te irás mañana al amanecer. Algún dragón llevará.
-Gracias.
-No me las des. Has sido tú quien ha tomado esa decisión.
-¿Y tú que vas a hacer cuando yo me marche? - preguntó temiéndose lo peor.
-Lo de siempre - le dijo sin temer su respuesta.
-Oye, no tienes que guardarme rencor, ¿vale? - dijo cuando le vio los ojos llorosos. La retuvo y la cogió por los brazos - No te preocupes, lo que yo siento por ti no ha cambiado y no va a cambiar nunca.
Se miraban a los ojos. Ella tuvo que apartar la mirada para que no viera las lágrimas correr por su rostro.
Él la abrazó con fuerza y ella se dejó abrazar. La verdad es que lo necesitaban los dos. Se necesitaban el uno al otro. Cuando se separaron ella recuperó la compostura, se secó las mejillas y se tranquilizó un poco.
-¿Mejor? - le preguntó.
Ella asintió.
-Espero... que te valla bien.
Le dio un pequeño y suave beso sobre la mejilla.
Después lo miró a los ojos y le dijo:
-Puede que algún dia volvamos a vernos.
Y entonces se fue corriendo. Avan no supo dónde.

Al dia siguiente él se marchó y ella no fue a despedirse.

jueves, 22 de mayo de 2014

RISTO, EL DRAGÓN ALBINO

-Bueno, ¿qué es lo primero que vamos a hacer hoy?- preguntó muy emocionado.
-Lo primero que vamos a hacer es ir a ver nacer a las pequeñas crías de Kira - contestó ella, divertida.
-¿Kira?
-Sí. Los dragones solo se reproducen una vez. Tienen entre cuatro y diez crías. Por eso son tan protectores con ellas. Sus huevos son muy valiosos - dijo muy seria.
-¿Por qué?
-Porque...Espera, ¿me acabas de preguntar por qué los huevos de dragón són tan valiosos? - dijo estupefacta - ¿No te sabes la historia?
-  ¿Debería?- dudó.
-¡Pués claro! - estalló ella - Es la historia por la que ahora vivimos aquí. Es muy importante.
- Entonces explícamela.
-Ahora no. Ya llegamos tarde por lo dormilón que eres, no me gustaría retrasarme más.
-¿Para ver un parto de un dragón? - preguntó en tono asqueado.
-No es un parto, no són mamíferos - dijo enfadándose cada vez más - Y ahora calla, tengo que llamar a Risto.
-¿A quién?
Entonces ella silvó de un extraño modo y, poco después apareció un enorme dragón blanco. Era precioso, per tenía un defecto.
-¿Por qué es tan raro? - preguntó él, extrañado.
-No es raro. Es albino.
-¿Hay dragones albinos? - dijo casi riéndose.
-Pues claro.
-¿Y no le afecta el sol ni a los ojos ni a la piel?
-La piel la protege las escamas.
-¿Y no está marginado?
-¡No! - se enfadó ella - ¿Por qué iba a estarlo?
-Bueno...  No sé... Porque la hermana de mi mejor amigo lo es y nunca sale de su habitación.
-¿Ves? Ahí está la prueba de lo tontos que sois los humanos - le reprochó. - Temeís a lo diferente y queréis controlarlo todo. Y lo que haceís con los humanos albinos es un delito, los usais para la brujería, os dan miedo que sean mejores que vosotros. Pero, ¿Sabes cuál es el problema? - supuso que no la sabría así que contestó ella - Que no son ni mejores ni peores que vosotros. Solo tienen un pequeño defecto. Y cuanto más importáncia le deis, más miedo os va dar y a esa persona, más la vais a hundir.
Hizo una pequeña pausa.
-En cambio, los dragones se protegen entre ellos. - Repuso - No le dan importancia a cosas tan insignificantes como el físico. Y esa es la diferencia entre humanos y dragones. Que los dragones són el doble o el triple de inteligentes que los humanos - suavizó un poco el tono y bajó la voz -  Por eso yo estoy aquí. Porque quiero ser como ellos.
-Eso... Eso no lo sabía...

martes, 20 de mayo de 2014

PALABRAS BONITAS

Tropezó y cayó sobre la tierra y la hierba. Se incorporó y se miró las heridas. Tenía un par de rasguños en las rodillas. No era nada, y lo sabía, pero se sintió tan mal que empezó a llorar.
Se levantó a duras penas y se acercó al vacío.
Se sentó en el suelo dejando colgar las piernas al vacío.
Soltó su pelo moreno que antes llevaba recogido. Ahora bailaba con el viento.
Pensó que a ella le gustaría ser como el pelo; poder bailar al ritmo del mundo, poder formar parte de él. Pero ella hacía lo contrario: seguía anclada al pasado y huía de todo tipo de cambios.
Y ahora él. Tenía que aparecer en su vida cuando menos falta le hacía. Siempre había pensado que necesitaba amigos. Pero ahora que ya se estaba acostumbrando a estar sola... Aparece él.
-No lo soporto - pensó - Ojalá no lo hubiese conocido nunca; así nunca tendría que tomar esta decisión.
Era complicado... o vivir con él para siempre o matarlo. Pensaba en ello desde que lo conoció. Siempre supo que debería haberse desecho de él nada más verlo. Pero, por alguna extraña razón no lo hizo.
Ya anochecía y era hora de cenar. No le hacía mucha ilusión tener que encontrarse con él pero no podría soportar la culpa de haberlo dejado solo la primera noche en las Islas Flotantes. Volvió por donde había venido muy lentamente. No quiso montar sobre ningún dragón porque la mayoría ya estaban dormidos, y despertarlos de su profundo sueño no los pondría de muy buen humor.
Cuando llegó al claro donde, antes, se había marchado, él estaba sentado en el suelo, justo donde lo había dejado horas antes.
- ¡Oh! Ya has vuelto... - le reprochó, pero sin mirarle a la cara - Llegué a pensar que te habías marchado y me habías dejado en estas islas del demonio... - dijo levantandose de un salto.
-Me voy a la cama, no tengo ganas de discutir - dijo, tajante, pasando por delante de él sin mirarle ni un momento.
-¿Y yo dónde duermo?
-Búscate la vida - le contestó muy enfadada - Mira, de momento, eres mi rehén. ¿Has visto alguna vez que alguien le ofrezca una buena cena a su prisionero? O una cama cómoda y suave? - dijo girándose hacia él -No, pues yo no voy a ser diferente.
Se giró y se metió en una cueva iluminada por antorchas. Supuso que era su guarida.
Tras unos minutos, una voz le sorprendió:
-Por cierto... He tomado una decisión: No te mataré. Te quedarás aquí conmigo y aprenderás todo lo que yo sé. Mañana empezarás tu aprendizaje. Procura descansar.
Y se fue, dejándolo solo en la oscuridad otra vez.
Sonrió para sí. Eran las primeras palabras bonitas que le dedicaba desde que la conoció.
Y sabía que no serían las últimas.

viernes, 9 de mayo de 2014

NOCHE DE ESTRELLAS

«Odio»
«Guerra»
«Desconfianza»
«Tristeza»
Se despertó sobresaltada. Había tenido una de esas frecuentes pesadillas que la atormenteban dia y noche.
Estaba en su habitación. Una cueva amplia con un par de muebles esculpidos en la roca por sus antepasados. La cama era igual, pero con muchas mantas, lo que hacía que fuese blandita y cómoda.
No se podía volver a dormir y decidió ir a ver las estrellas. Se puso un fina bata larga que la protegería del frío de la noche.
Fuera se encontró a Avan. No le hacía mucha gracia porque quería pensar en sus cosas y con él a su lado sería imposible pensar con claridad.
Así que decidió volver a entrar e intentar dormir de nuevo.
Ya se había dado la vuelta, cuando algo la retubo por el brazo.
Era él. A la luz de la luna, estaba más pálido de lo normal, casi enfermizo, y su pelo estaba resplandeciente. Estaban muy cerca y fijó su atención en sus pupilas dilatadas que la miraban fijamente.
-Emm... Hola-dijo ella suavemente.
-¿Qué te pasa?- preguntó él con curiosidad.
Y, otra vez, podía ver lo que le pasaba, con solo una mirada.
-¿Cómo lo haces?- le preguntó separándose de él y mirando las estrellas- ¿Cómo puedes saber que me pasa algo con solo mirarme?¿Cómo eres capaz de enamorarme tanto y a la vez enfadarme con tus tonterías?
Tras un momento de silencio dijo:
-Porque te quiero, sencillamente por eso.
Entonces Wean corrió a sus brazos. Se abrazaron apasionadamente.
-Yo también te quiero...- dijo a media voz, de manera que solo él lo pudo oír.
Tras varios minutos, a ella se le cerraban los ojos.
-Deberías dormir.
-No.
-Si.
-Me quiero quedar contigo.
Y él la cogió en brazos hasta su cama.
Cuando la hubo dejado y arropado estaba preciosa, con los ojos cerrados. Parecía más vulnerable ahor.
-No me dejes- protestó sin abrir los ojos.
Él no contestó, pero poco después notó unos cálidos brazos que la abrazaban por detrás. Apoyó la cabeza en su pecho y le cogió la mano con fuerza.
-No me dejes ir nunca- dijo él, temiendo la respuesta.
-No te preocupes, no iba a hacerlo- dijo ella, irónica.
Sonrieron los dos, y poco después se sumieron en un profundo sueño.

CONEXIÓN

Se había quedado dormido mientras jugaba con algunas de las crías de dragón. Se despertó dos horas después y no sabía dónde estaba Wean. Se acordó de que se había ido a darse un baño. No la quiso molestar. Llamó a su dragona favorita, Sally, y lo llevó hasta una de Las Islas Flotantes que no había estado nunca. No era muy grande, pero tenía un espeso bosque. Se adentró en él.
Tras unas horas de caminar sin rumbo exacto, encontró una cascada que caía hasta un pequeño lago.
En la orilla había una toalla. Un poco más allá estaba... ¿Wean? Si. Era ella, sin duda.
Quiso hacerle una pequeña broma.
Se escondió en la espesura mientras ella se quedaba con una fina camiseta y un pantalón muy corto.
Él tambíen se quedó en ropa interior. Esperó hasta que ella se metió poco a poco en el agua. Entonces, cuando metió la cabeza y empezó a desplazarse bajo el agua, él se metió rapidamente para ponerse justo delante de ella. Al salir a respirar vio delante de ella a Avan con su típico gesto burlón. Ella se quedó sin habla. Abrió mucho los ojos y la boca.
Le alegraba que estuviese allí, pero también quería un momento para ella. Se sentía confusa, no podía controlar sus propios sentimientos.
-¿Qué haces aquí?- preguntó casi gritando.
El puso un dedo sobre sus labios.
- Shhh... No grites.
Ella calló al instante.
Entonces se miraron a los ojos y vieron, el uno en el otro, lo mucho que se querían.
Y, antes de que Avan se diese cuenta, de la boca de Wean salió una fuente de agua que salió disparada hacia su cara. Ella empezó a reirse y nadó bien lejos de él.
-¿A que no me coges?- le preguntó en tono burlón.
-¿Qué te hace pensar que no?- dijo sonriente.
Y se impulsó hacia ella, para atraparla.
Se pasaron el resto de la tarde salpicándose, persiguiéndose, abrazándose, haciéndose cosquillas el uno al otro, nadando juntos,...
Tras perseguirse por todo el lago, Avan la acorraló entre la orilla y él mismo. Pero ella no se daba por vencida. Salió del agua y se dejó coger por él cuándo iba tras ella.
Tropezaron el uno con el otro y acabaron tumbados entre las flores.
Estaba atardeciendo y el cielo estaba repleto de dragones que volvían con sus crías para protegerla de la oscura noche que se avecinaba.
Todavía riendo, ella dijo con cariño:
-No me arrepiento de no haberte matado en el momento en que te vi.
Hubo un breve silencio.
-Y yo no me arrepiento de no haber salido corriendo- le contestó por fin.
Se miraron con dulzura. No podían seguir diciendo que no a sus propios sentimientos.
Estaba muy claro lo que iba a pasar, pero ninguno de los dos quiso pararlo.
Poco después, se estaban besando.
Y entonces se liberaron. Liberaron sus sentimientos y pensamientos. Ella puso una mano en su nuca y la otra en la espalda. Él la cogió por la cintura y la abrazó fuerte pero con cuidado.
Al volver a casa, estaban más unidos que nunca. Ellos no lo sabían, pero, de un modo u otro, lo sentían. Sentían la conexión que ese beso había creado entre ellos.

martes, 6 de mayo de 2014

EN LA ORILLA DE UN LAGO

Desde niño, le habían contado miles de leyendas. Pero él no llegaba a creerselas nunca. Siempre le había parecido una tontería inventar cosas, sabiendo que nunca existirían.
Pero un dia, su vida cambió para siempre.
Era un dia de sol, un dia perfecto para ir a cazar un par de conejos al bosque. Dos horas después de haber salido de casa, ya tenía tres conejos y dos ardillas. Era bueno con el arco, había que reconocerlo.
Mientras descansaba en la orilla de un lago, escuchó algo, un extraño aleteo. Miró hacia todas paretes, pero no vio nada, hasta ese mismo instante. Vio por encima de su cabeza un dragón. Un dragón escamado de color azul como la noche. Era enorme con dos grandes alas con toques de color blanco. Tenía una larga cola de su mismo color.
De prontó se dio cuenta de que pensaba beber agua, se le veía cansado.
Y sintió una ganas enormes de esconderse. Corrió detrás de una gran roca. Se escondió y observó, estaba muy impresionado con la criatura que acababa de posarse en tierra e hizo que temblara todo el terreno.
De pronto divisó algo que no había visto. Algo que volaba a lomos del dragón. Una figura. Una sombra. Parecía humana pero llevaba una gran capa negra y no se le veía la cara.
Se dio cuenta de que el animal sangraba en una de las alas.
 La figura quiso curarla, pero, de pronto, dos hombres grandes y pesados se le acercaron con dos mazas cada uno, una en cada mano.
La sombra estaba indefensa, o eso le parecía a él, que no se había movido en ningún momento. El dragón agitó la cola, intentando llegar a uno de los hombres, pero este lo esquivó con un simple movimiento. El otro se encaraba a la persona oculta agitando las dos mazas, mientras el otro se le acercaba sigilosamente por detrás. El de las dos mazas le quitó la capucha bruscamente. Y apareció una joven. Parecía muy guapa. El espectador, en un intento suicida de salvarla, lanzó una flecha al hombre de detrás. Le dio de pleno en el pecho. Entonces la joven, aprovechando el movimiento de distracción, lo empujó hacia atrás y el dragón lo adentró en sus fauces de un solo mordisco.
Entonces pudo fijarse más en la chica. Por un momento se olvidó de respirar.

viernes, 2 de mayo de 2014

LA CIVILIZACIÓN RHIDU

Los Rhidu són una de las pocas regiones que se aliaron a los dragones. Pero, de eso hace más de dos mil años. Los Rhidu acostumbran a vivir en cuevas grandes, altas y amplias. Estas extrañas civilizaciones son adoradores de la Madre Naturaleza, y amigos de todos los seres vivos. Pero de uno en especial. El dragón. La mejor compañía del Rhidu era un dragón. A los quince años se adquiría un dragón.
Un dragón es de gran ayuda, pues todas las tareas de los Rhidu se basan en ir a sitios lejanos a comerciar o a recolectar. En esta situación hay que tener un transporte.
A Alia eso de los dragones le resulta realmente inecesario. No le gustan esas criaturas impredecibles.
Por suerte, la llegada de un viajero, va a cambiarle su visión de estas criaturas.