jueves, 24 de julio de 2014

MICRORRELATO GANADOR DEL CONCURSO DEL IES BENLLIURE

 LA PRUEBA
 
Mi jefe tenía una nueva misión para mí por la que me iban a pagar mucho dinero. El problema era que la nueva tendría que ser mi compañera. Al ser aceptada hacía poco no sabía muy bien de qué iba todo esto y sería yo quien le enseñaría.
Teníamos que espiar a la mayor ladrona de bancos de la historia. Era mayor, pero siendo espía no puedes fiarte de nadie.
La seguimos durante horas, disimulando pasear, cambiándonos de vestuario, con pelucas, con gafas, juntas, separadas, ...                                                                                                                          
Tras ver que no hacía nada sospechoso llamamos al jefe, pero no lo cogió. Entonces vimos que la mujer se dirigía hacia nosotras y nos escondimos lo más rápido posible, pero ya nos había visto. Sus ojos se clavaron en nosotras y comprendí que mis días como espía acabarían pronto. Lo más sorprendente fue cuando dijo:
-Habéis superado la prueba.



martes, 8 de julio de 2014

ELLA Y ÉL: EL CUMPLE DE BILLY

Al terminar la primera clase, ella salía a su taquilla a por los libros de ciencias y lengua, las dos siguientes clases. Pasaba por la puerta justo cuando, al mismo tiempo, un chico con gorra y capucha pasaba por su lado y la empujaba hacia un lado golpeándose el hombro derecho contra el marco de la puerta.
Con el golpe y una mueca de dolor, gritó debilmente.
-Perdona - se precipitó el chico - ¿Estás bien? - la cogió por los hombros.
-Emm... Si, creo que estoy bien - dijo ella sonrrojándose.
Entonces pudo mirarlo bien. Era un chico joven, de piel blanca y pelo castaño claro, o eso le pareció ver, ya que la gorra tapaba la mayoría  de su pelo. Tenía los ojos marrones, o al menos eso le pareció a ella, porque la gorra le tapaba los ojos de la luz y no pudo verlos bien.
El también se quedó mirándola.
Entonces,  Annie se sonrrojó sin remedio y apartó la mirada.
-Lo siento mucho - al fin reaccionó - de verdad.
-No importa, tranquilo. No ha sido nada.
-Bien. Me alegro.
Intercambiaron un par de sonrisas más y cada uno siguió su camino.

                                                       *   *   *

Tras dos horas más de aburridas clases, pudieron salir al patio. Dos minutos antes, los pasillos se llenaban de una masa de alumnos que avanzaba en una misma dirección.
Annie, que avanzaba en dirección contraria entre la multitud, chocó contra alguien y salió disparada hacia el chico de la gorra. Este estaba apoyado en una de las taquillas cercanas a la suya un poco más hacia la derecha.
No la vio venir hasta que no la tuvo casi encima.
Ella cerró los ojos justo cuando chocaba contra él. Este la agarró para que no cayese al suelo y su gorra salió disparada hacia la derecha y después cayó al suelo.
Entonces Annie pudo levantar la mirada y verle la cara. Era él. El chico con el que había chocado antes. La gorra ya no estaba en su cabeza y pudo dejar su pelo a la vista. Per ella no miraba el pelo. Miraba los maravillosos ojos del chico. Eran de un color verde oscuro, casi grisaceo; eran mucho más bonitos de lo que le parecieron antes.
-Vaya... Hoy no paramos de chocarnos... - dijo el chico, y ella pareció despertar de pronto.
Se quedaron mirándose a los ojos, el uno del otro.
-Heeyy!! - exclamó un chico alto y rubio,interrumpiéndolos y haciéndolos despertar como si de un sueño se tratara - ¿Qué ha pasado, Peter? ¿Ya te has echado nueva novia?¿No estabas tan jodido por lo de la otra? - preguntó guiñándole el ojo a Annie.
-Eeeh... No, yo no... - se apresuró a decir ella.
-No somos pareja - respondió Peter por ella, Estaba muy serio. No parecía hacerle mucha gracia que le dijeran aquello -  solo somos amigos.
Amigos tampoco era la palabra, habían hablado dos veces en su vida, pero decir "no, es la primera vez que hablo con ella" tampoco habría sonado muy creíble.
-Bueno... - dijo el chico poco convencido - En cualquier caso, quería decirte que mi cumpleaños es este sábado y te quería invitar a ti y a tu amiguita a las seis a tomar un helado en La Heladería De Ben...Tiene que venir ella, acuérdate. - repitió señalándola.
-Vale, Billy... - respondió Peter, y de pronto pareció mucho más mayor de lo que era.
Cuando el llamado Billy se hubo marchado, Annie pudo darse cuenta de que seguían abrazados. Él, que había seguido con la mirada a Billy, también se dio cuenta y la miró un poco extrañado.
-Oh, perdona - se disculpó Annie separándose de él bruscamente.
-¿Querrás ir a lo de Billy? - le preguntó Peter dubitativo.
-Bueno... Puede que sea divertido... - preguntó con una media sonrisa traviesa.
-Menos mal, porque como no vaya con una chica no dejará que me siente en la misma mesa que él.
Entonces los dos se echaron a reír.
-Iré a recogerte a tu casa sobre las cinco y media ¿vale? - cambió de tema Peter - Te doy mi teléfono y me mandas la dirección por WhatsApp. Si me das un papel...
-Tengo una libreta en mi taquilla - le invitó.
Caminaron un par de metros y cuando Annie fue a abrir el candado se dio cuenta de que le temblaban las manos. Se preguntó por qué sería. Cuando sacó la libreta, arrancó un trozo y se lo dio a Peter que la observaba con curiosidad. También le dio un bolígrafo y este empezó a escribir apoyado en la taquilla de al lado.
Lo miró. El primer día le llamó la atención ese chico. No supo exactamente que pasó, ahora solo sabe que desde que pasó nada volvió a ser como antes. Era extraño. No sabía por qué pero no quería que acabase ese momento. No quería quedarse sola de nuevo. Había sido la primera persona con la que había tenido una conversación de dos frases y se habían entendido a la perfección.
-Ya está, toma - se lo ofreció y ella lo cogió con una sonrisa un poco forzada. Ella no miró el papel, se conformó con mirar los cálidos ojos del chico.
-Gracias - dijo sin parar de mirarlo. Cerró la taquilla de un golpe seco y se guardó el papelito en uno de los bolsillos del pantalón - Bueno, nos vemos el sábado, ¿no?
-Pero podremos vernos antes... ¿verdad? - preguntó Peter burlonamente.
Y con la más sincera de sus sonrisas, ella contestó:
-Claro.

domingo, 6 de julio de 2014

UN BOSQUE MÁGICO (||)

Y ahí estaba yo, delante de la boca del túnel. No sabía que hacer. ¿Y si no había salida?
Muchas preguntas acudieron a mi mente, pero solo una quedó grabada: ¿Que habrá al final?
Intenté ser sensata, pero las ganas y la curiosidad me hicieron ser imparcial. Antes de cometer el error de adentrarme en un túnel a oscuras, me hice una antorcha (con la que tardé más de cuarenta minutos en hacer aparecer la primera llama).
Así que sin pensármelo más, agarré mi cesta con fuerza y me adentré en él.
Ya estaba dentro. El sonido de miles de ramas crujiendo me hizo girarme a mirar por donde había venido. Esperaba ver el claro azul del cielo. Pero lo único que me dio tiempo a ver fue todas las ramas de los árboles moviéndose como serpientes uniéndose y entrelazándose y así formando una pared que me separaba del resto del mundo.
Entonces tuve tanto miedo que cuando me giré y empezé a caminar lentamente, sentí mis huesos atrofiados y las articulaciones oxidadas, como si llevase años sin moverme.
De pronto, un cántico de una voz femenina me sorprendió. Era una voz suave y dulce, como un susurro. No entendía lo que decía, hablaba en un extraño idioma inintelegible. Y sin que yo me lo esperase, una ráfaga de viento apagó mi antorcha. Me quedé paralizada. La voz aquella seguía cantando. Al ver que ya no me servía, tiré la antorcha al suelo. Continué caminando a tientas un par de minutos más, minutos que se me hicieron eternos.
Entonces, la voz se detuvo y dejó de cantar de golpe. Tras unos segundos, pude ver un punto de luz en la lejanía. Poco después eché a correr hacia él.
Me di cuenta de que el túnel se hacía cada vez más pequeño y tenía que avanzar más agachada. Estaba agotada y quería parar. Miré las ojas del suelo. Eran de color marrón y estaban secas. ¿Cómo era posible? Cuando entré en el túnel era pleno Agosto. Y ahora las ojas tenían el aspecto de ser de Octubre más o menos. La primera pregunta que me vino a la mente fue: ¿Cuánto tiempo llevo aquí dentro?
No es que me imaginase ser como Alicia de Alicia en el País de Las Maravillas, pero pensé que al otro lado del túnel tenía que haber algo mágico. Porque mi instinto de niña pequeña que cree en todo tipo de historias y leyendas me dijo que algo aguardaba, con paciencia, mi llegada.
Ya casi no cabía de pie y me puse a avanzar "como un perrito" como decía mi madre, pero, al cabo de un rato, las rodillas y las manos me escocían del roce contra las ojas secas del suelo y la tierra que había debajo.
Estaba cansada, me dolían las rodillas y solo veía un punto de luz. Me planteé volver atrás.
Pero luego recapacité. Si volvía todo el esfuerzo habría sido en vano. Y tendría que pasar por lo mismo otra vez.
Así que saqué fuerzas de donde no las tenía y empezé a reptar de nuevo.
No sé cuanto pasó hasta que pude volver a ponerme en pie. Pero ahora ya cabía sin necesidad de arrastrarme y eso era buena señal.
Además la salida ya estaba mucho más cerca ahora.

UN BOSQUE MÁGICO

Yo siempre supe de su existencia. Al principio no me lo creía y fuí a contarselo a todo el mundo. Después de varios intentos y de que todos me tomaran por loca, me di cuenta de que eso era algo entre ellos y yo, y que nadie más debia saberlo.
Todo empezó hace dos años:
Yo me levanté temprano como todas las mañanas; fu al pueblo y le compré a un anciano una mula que él ya no podía mantener.
Así que, para que mis padres se enorgullecieran de mi, fui a la parte trasera de mi casa y con unos cuantos pozales de agua que había recogido del pozo hacía unos cuantos días, empecé a lavarla. También la alimenté y le di un poco de cariño, porque mi madre decía que cuanto más se cuida a un animal mejor trabajo, o mejor alimento nos daría.
Así se me fue toda la mañana.
Comí unos trocitos de pan que mi madre había dejado encima de la mesa de la cocina antes de ir al mercado a vender un par de gallinas. Después de jugar un poquito con mi muñeca de trapo, decidí ir a por unas setas al bosque.
Cuentan las leyendas que cualquiera que se perdiera allí no encontraría la salida nunca, ya que los seres magníficos se lo impedirían por toda la eternidad. También dicen que cualquiera que viese a un hada quedaría cegado por su maravillosa belleza y podría llegar a la locura. O que quien tocara una escama de dragón tendría dinero para siempre.
Mi madre dice que me volveré loca si creo en ese tipo de cosas, pero no me importa.
A veces sueño con que me hago amiga de un hada, que vuelo a lomos de un dragón y que una sirena me enseña a nadar.
Me adentré poco a poco, comprobando que cada seta que metía en mi cesta no era venenosa. Y sin darme cuenta, aparecí ante un tunel hecho de hojas, troncos de árboles, raices que se elevaban y se entrelazaban entre ellas, etc.
Mi padre siempre decía que vivía en las nubes, que tenía que bajar a la tierra y centrarme en mi deber.
Es verdad que a mi siempre me ha gustado soñar y jugar a vivir grandes aventuras, sin darme  cuenta de que la gran aventura que esperaba ... Estaba a punto de comenzar.

martes, 1 de julio de 2014

LUNES (||)

Tras salir de casa de Tomy, nos dirijimos a mi casa.
Vamos por una callejuela, no muy grande. En esa calle hay unas cuantas casas, un bar solitario, una frutería y el taller de bicis de Nicholas.
Al pasar por delante entramos a saludar.
Es un establecimiento pequeño, lleno de piezas de bicis de distintos colores y formas por todas partes: en la mesa en las paredes, tiradas por el suelo,...
Manchado de grasa y sudoroso está Nicholas en medio de una operación a una de sus bicis.
-¿Qué hay?, Nicholas - dice Tomy alegre de ver de nuevo a su hermano.
-¡¿Qué pasa?, hermano! - exclama abriendo los brazos.
Entonces se le puede ver bien: es un hombre alto y delgado, lleva barba de unos cuantos dias y se ha recogido las rastas en una coleta detrás de la cabeza. Lleva una camisa blanca ancha y sucia, de manga larga, de manera que no se le ven sus musculosos brazos. Pero no solo es fuerte por fuera, sino también por dentro.
Tiene un corazón muy fuerte, pero al mismo tiempo muy dolorido.
-¿Cuánto tiempo hace que no nos vemos? - me pregunta a mi.
-Pues no se... Unas semanas. ¿Tanto me has echado de menos? - le digo siguiéndole el rollo.
Entonces me hace un gesto y yo me uno al abrazo y nos echamos todos a reir.
-¿Qué tal está mamá? - le pregunta a Tomy.
Cada vez que vamos a verle nos pregunta por su madre. Es muy duro ese tema para todos, incluso para él.
-Bien... Embarazada... -Responde Tomy con tímidez y descarado al mismo tiempo.
-¿Otra vez? - se extraña Nicholas -¿Cuántos lleva ya?
-Cinco chicos y tres chicas. Bueno, cuatro. Está embarazada de una nena - digo yo, entrometiéndome en la conversación.
Nicholas lleva dos años sin hablar con su madre. A ella parece que no le importa nada, pero Nicholas... Nicholas cogió una depresión muy fuerte el año pasado. Por suerte Charlotte, su novia, lo cuidó y no se alejó de él en los peores momentos además lo estuvo llevando al psicólogo y al final salió, con dificultad, pero lo hizo. También intentó que Sarah (madre) entrara en razón y se diera cuenta de que no lo estaba haciendo bien, pero ella se mantuvo en su posición y no quiso ver lo mal que estaba su hijo y parece que tampoco le gusta como es. Nicholas se culpa de que ya no le hable.
Además vive en casa de los padres de Charlotte, que lo acogieron con cariño y cuando hay mucho trabajo duerme en una habitación de la trastienda.
- ¡Buah! Y pensar que no la voy a conocer nunca... -dice para sí y volviendo al trabajo.
De pronto se hace un silencio muy incómodo.
-Bueno... Y...¿Qué tal está Charlotte?- pregunta Tomy para romper el hielo.
-Bien, trabajando. Está estudiando para psicóloga y ahora está de prácticas en uno de por aquí cerca. Estará de camino.
-Vaya, me alegro mucho -digo yo.
-De hecho... Si no me equivoco, es esa que viene por allí - dice entrecerrando los ojos para ver mejor. Hace mucho sol.
Los tres nos asomamos y... en efecto. Es ella. A lo lejos se ve a una chica rubia, con ropa muy moderna que lleva unas bolsas de la compra en las manos.
Nos saluda con la mano y se acerca rapidamente.
Al llegar deja las bolsas en la mesa y nos saluda a Tomy y a mí. Después corre a por Nicholas y salta a sus brazos. Este la coge en el aire y la levanta rn volandas para reunirse en un fuerte abrazo. Así juntitos, siento que me derrito por dentro de las ganas que tengo de poder hacer eso alguna vez. Tras unos segundos se separan y juntan los labios a modo de saludo. Después dice:
-Bueno, ¿nos vamos?
-Claro. Recojo esto y voy.
                                                      *   *   *  
Estamos en el ascensor. Odio los ascensores. Tengo claustrofobia, pero Tomy dice que para superarla tengo que hacerlo mil veces (yo siempre subo por las escaleras, aunque viva en un sexto piso).
Llegamos y lo primero que hace Tomy es dejar la mochila en el suelo, quitarse las zapatillas y tumbarse en el sofá.
Poco después la comida tailandesa está pedida y solo nos queda esperar a que la traigan.
-Oye, ¿conoces a Lauren? - me pregunta de repente Tomy.
-¿A Lauren?
Asiente con la cabeza.
-Claro. Está sentada a mi lado en clase de dibujo. ¿Por?
-No, por nada.
-¿Por nada? - digo con una sorisa malévola.
-¡Por nada!